Hablar de Otl Aicher es sinónimo de identidad corporativa. Un pionero del sector a nivel mundial, que ayudó a separar el concepto de arte del de diseño gráfico, gracias a una trayectoria donde la funcionalidad primaba sobre la estética. Hoy te contamos la vida y obra del germano, Otl Aicher. ¿Nos acompañas?
Otto Aicher nació en Ulm, Alemania en el año 1922. Al finalizar la guerra, Aicher cursó estudios en la Academia de Bellas Artes de Múnich, donde coincidiría con el arquitecto, pintor, tipógrafo y diseñador, Max Bill. Tras acabar los estudios superiores, Aicher, su mujer Inge Aicher-Scholl y Bill, junto a otros estudiantes, fundaron la Escuela de Diseño de Ulm, toda una referencia en el mundo del diseño. La «Hochschule für Gestaltung», se distinguió de la archi famosa Bauhaus, por darle la espalda al arte, centrándose principalmente en el diseño funcional. La escuela formó a toda una generación de diseñadores alemanes desde 1953 hasta 1968.
En 1966, se encargó a Otl Aicher el diseño y señalética al completo de los Juegos Olímpicos de 1972. Este debía inspirarse en la arquitectura del recién construido estadio de Munich, por el arquitecto Günther Behnisch. Inspirándose en el trabajo de Katsumie en los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964, Aicher creó una serie de pictogramas para la señalética revolucionaria. Así, de manera inteligente e intuitiva, produjo un pictograma flexible y coherente con los demás, para cada uno de los deportes. Así, la propia señalética para la villa olímpica, serviría de inspiración para llevar a cabo la del Departamento de Transporte de Estados Unidos. El éxito fue tal, que aún hoy se emplean muchos de sus pictogramas sin apenas modificaciones en incontables localizaciones a nivel mundial.
Además del éxito suscitado por sus pictogramas, creó el conocido como»Strahlenkranz». Esta guirnalda, que en origen representaba el sol, y anillos olímpicos, fue remodelada por Coordt von Mannstein para incorporarla en una espiral perfecta. En consonancia con la imagen diseñada para la edición Olímpica, Aicher llevó a cabo varios carteles, uniformes, medios y soportes para la ocasión. De esta manera, de la mano de la ilustre tipografía del suizo Frutiger, la «Univers», convirtieron a los Juegos de Munich 72, en un auténtico punto de referencia para este evento mundial. Además, creó la primera mascota olímpica, el perro salchicha, Waldi.
En los años 80 lleva a cabo el diseño de un innovador sistema de cocinas para la marca «Bulthaup». Un trabajo en el que, según Aicher, se promovía la honestidad en la función y los materiales. Una corriente muy similar a la que impusieron otros ilustres diseñadores de producto de la época.
A finales de la década de los 80, Otl Aicher llevó a cabo la señalética e identidad visual del metro de Bilbao. El concurso, adjudicado inicialmente a Norman Foster, fue complementado por el germano gracias a su exquisita labor de investigación y síntesis.
Tras incontables proyectos en el mundo del diseño gráfico e industrial, Aicher contribuyó al mundo del diseño con su inquebrantable visión acerca del diseño. Falleció en 1991.
Como avanzábamos en la introducción, para Aicher, «la función hace la forma». Esto lo convierte en otro férreo defensor de la funcionalidad sobre la estética, junto a Dieter Rams o incluso algún sector de la Bauhaus.
Cuando aseveramos que Otl Aicher fue uno de los precursores de la identidad corporativa, no es por casualidad. Y es que, además de su gran trabajo con el uso y creación de pictogramas, tan intuitivos y sencillos de comprender a simple vista, el calado de Aicher resulta mucho mayor.
Aicher se basaba en una retícula en la que disponía los elementos geométricos necesarios de manera impecable para lograr una síntesis conceptual sin precedentes. Tanto es así que para muchos, Aicher sigue suponiendo el culmen de la creación de los pictogramas. Y es que esto se debe a que muchos de ellos, aún siguen soportando el paso del tiempo y los cambios culturales.
Para Aicher, el diseño ilustra la filosofía técnica y económica de una empresa, y la imagen de la empresa revela el carácter y su mentalidad. Por eso, la tarea del diseñador es hacer perceptible dichos valores. De esta manera, Aicher hacía hincapié en la capacidad de la identidad visual corporativa, como herramienta para proyectar una imagen determinada, sin requerir del uso de palabras.
Como otros genios de la época, Aicher abarcó numerosas áreas del diseño, la tipografía, o la arquitectura, entre otros. Entre los numerosos proyectos en los que trabajó el germano, podemos destacar la identidad corporativa de la compañía aérea germana, Lufthansa, el restyling del logotipo de Braun, el Metro de Bilbao y por supuesto, su labor en los Juegos de Munich 72.
Además de un brillante diseñador gráfico, Aicher también fue tipógrafo, galardonado en varias ocasiones a nivel internacional. Diseñó la familia «Rotis», con sus singulares ‘c’ y ‘e’. También creó la «Traffic», que aún hoy, se sigue empleando en el aeropuerto de Múnich.
Huelga decir que las palabras de Aicher acerca de la identidad visual corporativa aún resuenan en cada aula de diseño. Como otros ilustres diseñadores y diseñadoras gráficas, ayudó a sentar las bases de la creación de una marca. Es por eso que tenemos mucho que agradecer a Otl Aicher.
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